Aquellos maravillosos PARHELIOS.

Aquellos maravillosos PARHELIOS.

Hoy voy a hablaros de un fenómeno óptico-atmosférico que, a pesar de que suele ser muy vistoso y hermoso, es desconocido para la mayoría de las personas. Me refiero a los PARHELIOS, o «falsos soles».

Este fenómeno consiste en que, a veces (en determinadas circunstancias atmosféricas) se ve a ambos lados del Sol (o a un solo lado) un FALSO SOL.

El parhelio (o «falso sol»), cuando aparece, siempre está a una distancia de 22º del Sol, y en horizontal respecto a éste.
(Para que os hagáis una idea: una mano extendida con el brazo estirado ocupa una distancia de 20º en el cielo. Así que la distancia del parhelio al Sol es siempre un pelín más que una mano abierta).

La palabra «parhelio» viene del griego «parhelion» («para»= «junto a», y «helios»= «Sol»). Los parhelios se conocen desde la más remota Antigüedad (ya los describió Aristóteles). En inglés se les llama «sun dogs», porque es como si fueran los perros guardianes del Sol.

Este fenómeno no es muy frecuente (no se observa todos los días), pues sólo se produce en determinadas condiciones: cuando la luz del Sol atraviesa un deteminado tipo de nube (cirros o cirroestratos), formada por cristales hexagonales de hielo, los cuales deben estar en posición horizontal. (Si dichos cristales no están -sólamente- en posicion horizontal, entonces se da otro fenómeno: un enorme anillo alrededor del Sol, llamado halo solar. A veces los parhelios se ven formando parte de un halo solar.)

Bueno, el caso es que, los parhelios, aunque no sean muy frecuentes, sí son muy fáciles de observar. Suelen brillar en el cielo con gran intensidad siendo a veces muy llamativos y hermosos.

Creo que, dada su belleza -y en ocasiones espectacularidad-, no está justificado el desconocimiento que tiene este fenómeno para la mayoría de la población, y que su contemplación -igual que la de muchos otros fenómenos celestes- merece mucho la pena.

Así que, ya sabéis: si queréis ver parhelios, no tenéis mas que fijaros a ambos lados del Sol en esos días en que haya ese tipo de nube… y  ¡a ver si hay suerte!

A continuación os pongo algunas fotos de parhelios que he hecho en los últimos años (clickear para ver más grande):

 

Dos parhelios (uno a cada lado del Sol), desde la terraza de la Agrupación:

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Un brillante parhelio a la izquierda del Sol (foto sacada desde Barañáin):

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Parhelio a la derecha del Sol (foto sacada desde Echavacoiz Norte):

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Parhelio desde la Vuelta del Castillo. A la derecha de la foto el Sol, y a la izquierda el parhelio:

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Parhelio desde el parque de la Media Luna (Pamplona):

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Un parhelio (esta vez a la derecha del Sol), desde la Magdalena. Obsérvense las torres de la Catedral de Pamplona:

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Aquí se aprecian dos parhelios (uno a cada lado del Sol), desde la Rochapea:

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Brillantísimo parhelio, desde Mutilva: (Y también se aprecia un poco de halo: anillo alrededor del Sol)

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Espectacular parhelio desde Boltaña (Huesca):

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Otro desde Echavacoiz Norte:

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Otro -muy brillante- desde Mutilva:

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Otro desde Barañáin:

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En ocasiones los parhelios presentan colores como de arco iris, como éste (desde el polideportivo de la UPNA):

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Parhelio entre calles (Rotxapea):

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Brillante parhelio a la izquierda del Sol (desde la zona de Lezkairu):

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Otro desde Barañáin:

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Un parhelio sobre la Morea:

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Y otro más desde Barañáin:

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Esto ha sido sólo una pequeña muestra de los muchos parhelios que he visto (y fotografiado) en los últimos años. Y es que, realmente, si nos fijamos un poco y los buscamos, son bastante frecuentes de ver.

¡Os animo a observarlos!

 

Una gran lluvia de meteoritos en mayo, regalo del cometa 209P/LINEAR

Una gran lluvia de meteoritos en mayo, regalo del cometa 209P/LINEAR

Ver una estrella fugaz por la noche, en un cielo despejado plagado de estrellas siempre suscita un ¡ooooh! o un “aaaaah”, quizás por lo irrepetible del momento, por lo fugaz de la visión. Esto ha sido así siempre, e independientemente de que sepamos actualmente cuál el origen de este fenómeno su observación no deja de sugerirnos un algo mágico que lo hace muy atractivo.

Las estrellas fugaces son generalmente pequeños granitos rocosos que al entrar a gran velocidad en la atmósfera terrestre se incineran debido el calor generado por la fricción con el aire. Esto crea un trazo luminoso que a veces puede ser muy brillante y de gran tamaño, la estrella fugaz. Aunque pueden verse todo el año (basta observar el cielo estrellado durante un buen rato) existen momentos en los cuales su ritmo de aparición aumenta. Esto es debido a que la Tierra, en su movimiento alrededor del Sol, atraviesa una región donde la densidad de estas pequeñas partículas es mayor, siendo por tanto mayor el número de ellas que entran en la atmósfera. Estas regiones con mayor densidad de partículas están asociadas generalmente a cometas, que al acercarse al Sol y por aumento de la temperatura pierden parte del material, que queda orbitando en órbitas parecidas a las del cometa del que provienen. Así, si la Tierra cruza una de estas regiones donde la densidad de partículas es mayor, entonces el número de estrellas fugaces que veremos también será mayor. Esta situación se repite cada vez que la Tierra cruza la nube de partículas y en muchos casos esto produce lluvias de estrellas periódicas, que se repiten en las mismas fechas del año como las Perseidas en agosto o las Leónidas en noviembre.

Los modelos matemáticos que se usan para describir la producción de partículas y sus órbitas se pueden utilizar para predecir, en su caso, posibles lluvias de estrellas fugaces. Esto es exactamente lo que pasa con el cometa 209P/Linear, un cometa periódico que completa su órbita alrededor del Sol en poco más de 5 años y que en el momento de mayor proximidad al Sol (perihelio) llega a estar algo más cerca que la Tierra. Pues bien, diversos especialistas en este campo (Esko Lyytinen, Mikhail Maslov, Jeremie Vaubaillon) han realizado predicciones independientes, coincidiendo todos ellos en que el 24 de mayo de 2014, entre las 7 y 8 horas UT (entre las 9 y 10 de la mañana según nuestro reloj, es decir hora local) la Tierra atravesará varias de estas nubes, formadas durante los pasos por el perihelio ocurridos entre los años 1880 y 1920. Esta hora concreta, entre las 9 y 10 de la mañana hora local, corresponde al máximo de actividad según las predicciones. Las mismas predicciones indican que el máximo de actividad no durará mucho, algunos minutos, quizás una hora.

Además de la fecha y hora, las predicciones también nos indican donde está situado el radiante. El radiante es el lugar en el cielo, en la esfera celeste, de donde parecen surgir las estrellas fugaces. En realidad las estrellas fugaces que provienen de la misma nube de partículas entran en la atmósfera en la misma dirección, todas paralelas entre sí. Sin embargo debido a un mero efecto de la perspectiva nos parecen surgir de un punto, el radiante. Esto es lo mismo que cuando vemos unas vías de tren (figura). Los raíles son paralelos, pero parecen juntarse en un punto en la lejanía. Pues bien, el radiante está localizado en la constelación de Camelopardalis (La Jirafa, RA=124o, DEC=+79o) relativamente cerca del Polo Norte Celeste, es decir, cerca de la Estrella Polar. Esto significa que el radiante es visible para nuestras latitudes, y está relativamente alto respecto del horizonte, facilitando la observación del fenómeno.

Vías de tren y perspectiva.

Vías de tren y perspectiva.

Radiante

Radiante (click para ampliar)

No están tan seguros de cuál será la actividad de la lluvia de estrellas. Esta actividad se mide con un parámetro denominado THZ (Tasa Horaria Zenital) que indica el número de estrellas fugaces por hora, suponiendo que el radiante se encuentra en el Cénit (punto de la esfera celeste situado exactamente sobre nuestras cabezas). Se está hablando de un THZ=100, es decir 100 meteoros por hora en las mejores condiciones de observación. Esto significa en la práctica menos de un meteoro cada minuto si el radiante no está en el cénit. Algunos (optimistas) dicen que el THZ podría superar los 1000 meteoros por hora, en cuyo caso el fenómeno se catalogaría como tormenta de estrellas, pero es precisamente en el cálculo de la THZ donde las incertidumbres de los modelos son mayores.

Dicho todo esto, ¿Qué posibilidades tenemos de observar esta lluvia de estrellas desde algún lugar de nuestra geografía? Si nos fiamos de las predicciones, nuestra localización no nos coloca en una posición favorable para observar el fenómeno. Los observadores en Norteamérica (EEUU y sur de Canadá) son los que tienen las mejores condiciones, ya que será de noche a la hora del máximo. Para nosotros será ya de día y si la duración del máximo es realmente tan corta como está previsto nos vamos a perder la mayor parte del espectáculo.

Pero no desesperemos, no todo está perdido. Las predicciones son eso, predicciones. Y las predicciones en este campo son muy difíciles y complejas y habrá que esperar a la observación para contrastarlas.

De todo lo dicho se deduce que, si son ciertas las predicciones, el mejor momento para observar este fenómeno desde nuestra geografía es durante las horas previas a la madrugada del día 24 de mayo y realizando la observación desde un lugar con buenas vistas del horizonte norte. En cuanto a qué zona del cielo mirar, cualquier región que se encuentre a unos 20-40 grados del radiante está bien, por ejemplo la Osa Mayor se encuentra bien situada a este respecto.

Carlos Sáenz

Nuevo programa para fotógrafos planetarios

En los últimos años, desde la aplicación de las webcam, la observación de los planetas se ha multiplicado, de forma que se encuentran vigilados casi las 24H ya sea en un punto de la Tierra u otro. Esto ha permitido que se detecten con mayor frecuencia algunos eventos como impactos. Sin embargo, estas observaciones suelen realizarse mediante la grabaciones de vídeos que no son analizados fotograma a fotograma, por lo que suelen escaparse estos sucesos.

Acaban de publicar en esta web: http://www.pvol.ehu.es/software/ , un programa que se dedica a analizar los mismos vídeos que luego pasamos a Registax para buscar impactos, y que permite a los investigadores detectar las huellas que dejan en la atmósfera.